martes, 16 de septiembre de 2008


"LABERINTO" EN LA GALERÌA MUNDO



Desde el jueves 11 de septiembre en la galería MUNDO se encuentra la exposición “Laberinto”. Esta, cuenta con la participación de un grupo de artistas, quienes desde diferentes disciplinas como la pintura, la escultura, la fotografía, el video, la instalación, la multimedia y los elementos sonoros se reúnen para reflexionar sobre los laberintos actuales.

A lo largo de la historia se han tejido muchas interpretaciones sobre el laberinto: desde su origen mitológico en la historia del Minotauro hasta transformarse en símbolo de las contradicciones de la existencia y la pérdida de la identidad. Hoy en día, no es difícil encontrar esta simbología en la red de autopistas, en los hipermercados, en las complejas retículas urbanísticas y en la Internet. Pero quizás Jorge Luís Borges, que transformó el laberinto en su símbolo personal, es quien con mayor claridad nos ha enfrentado a los laberintos de la actualidad: “…Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.”

En esta oportunidad, galería Mundo invita a un grupo de artistas desde diferentes disciplinas a reflexionar sobre los laberintos actuales. Y al público, a recorrerlos y perderse en ellos.

La exposición estará abierta al público desde el 11 de septiembre al 4 de octubre y se complementará con la edición No. 31 de la revista MUNDO cuyo evento de lanzamiento se realizará el jueves 25 de octubre con interesantes artículos dedicados al tema.


GUSTAVO ZALAMEA

Mundo. 2008

JORGE NAVAS

La señora de los televisores. Video. 2002-2005
Esta mujer merecía estar en las Ficciones de Borges. La señora de los televisores –una anciana maravillosa de Santa fe de Antioquia– bebe todos los días jugo de naranja con panela y para endulzar el café –y mantener su fulgurante salud de hierro– no utiliza azúcar sino dos cucharadas de naranja agria. Nunca, nunca, jamás de los jamases, –dirá–, ha tenido tos ni gripe y se mantiene sana y fuerte como sus dos hijos, dos cuarentones que no salen de su casa, no saben lo que es el trabajo y se mantienen robustos y rozagantes, sin hijos ni mujeres y matan las horas en su laberinto, una casa de pueblo con muchas camas, con juegos de mesa, con un dominó, con un bingo, con una baraja de naipes españoles y una serie de revistas, “tenemos cajas”, dirán, que compran por unos pesos y les proporcionan crucigramas y fabulosas sopas de letras para más horas de ocio.

Pero además –esto es lo más interesante– tienen tres televisores que funcionan al mismo tiempo, todo el día, todos los días, en un mueble habilitado para los tres. Un televisor es para la antena parabólica, otro para el vhs y otro para los canales nacionales. Su sobrino, otro gordito de la estirpe, “el hijo de mi hija”, no pestañea frente a las tres pantallas, ¿qué ve? Los tres emiten imágenes distintas, pero los cuatro personajes viven en un mundo estático, imposible. “Yo creo que mis hijos son como el papá”. La mujer cuenta que su esposo era un hombre de 51 años que se casó con ella cuando tenía 19 o 18 años, “antes no había tenido novia”. El viejo, su marido, nunca le dijo nada, nunca le reprochó nada, nunca peleó con ella y la dejaba salir todos los días y tener amigos y amigas, “pero nunca hacía nada malo”. Ni bueno ni malo: simplemente no hacía nada. Y durante un tiempo tampoco hizo nada en Venezuela. Y todavía no hace nada. Ni ella ni sus hijos. Tiene una pensión de su marido muerto y con eso le basta para mantener a su familia, “que van a trabajar”, dice con un gesto displicente, “¿para qué?”. No tienen demasiados lujos, pero la mujer tiene una serie de obras de arte inquietantes y ella no sabe que son arte, además de los tres televisores en eterno funcionamiento, en el comedor hay una instalación de discos de acetato sobre la pared, ¿cuándo decidió colgarlos como cuadros?, me pregunto, ¿por qué lo hizo?, hay varias lámparas de diseños imposibles que podían estar en un museo art déco. “Mire”, dice, “se prenden con tocarlas”. Y hay montaje fotográfico que enseña con orgullo: toda su familia puesta en forma de pirámide, con el patriarca muerto en el centro, “¡como quería a mi viejo!”, dice la mujer acariciando la foto.

Lo más increíble de todo es que nadie sabe el nombre de la señora, o el de sus hijos, o el del nieto gordo embobado frente a los televisores. Jorge Navas, el autor de esta obra documental, por la que me atrevo a decir que García Márquez pagaría un Nobel para replicarla en un cuento, grabó a la mujer durante un festival de cine en Santa fe de Antioquia; el día de descanso del festiva, Jorge no tenía nada qué hacer, salió a dar una vuelta con Felipe Aljure y en una parada dictada por el azar, empezaron a hablar con la mujer en la puerta de su casa, rápidamente atravesaron el umbral y con la cámara de video encendida entraron en este laberinto existencial, luego Navas olvidó su nombre y el de sus hijos, pero quedó el documento y el material necesario para editar esta desconcertante obra de arte, y la pregunta que queda en el fondo es: ¿qué habrá pasado con esta familia? Yo rezo a los dioses para que sigan felices y vagos y para que algún día obtengan una copia de este trabajo y añadan un televisor más a su sala. Lo van a disfrutar.

GERMÁN BOTERO

Sendero. Instalación Madera de playa. 2008

EDGAR NEGRET

De la serie Andes . Alumino pintado. 89x175x184 cm . 1975

RODRIGO ECHEVERRI


Enfrentamientos . Acrílico y óleo sobre MDF. 100x200 cm. 2008

La historia milenaria de la imagen del laberinto revela que a lo largo de su larga vida el hombre se ha sentido fascinado por algo que de algún modo le habla de la condición humana o cósmica. Existen infinitas situaciones en las que es fácil entrar pero difícil salir, mientras que resulta complicado pensar en situaciones en las que sea difícil entrar pero sencillo salir. La única que tal vez podría encajar en este último esquema es la situación de situaciones, la vida individual, con sus nueve largos meses de entrada y los dolores del parto, y en seguida la certeza (aunque sea inductiva) de la muerte. Y sin embargo es propio de la vida ese espacio intermedio (a lo mejor brevísimo) por el que erramos largamente, sin una clara noción del sitio al que vamos ni para qué, ni qué es lo que vamos a encontrar en el centro o en alguna de sus numerosas encrucijadas imprevisibles.


Tomado de El libro de los laberintos


Paolo Santarcangeli

BOGOTÀ CINCO SENTIDOS

Carlos Salas. Los olores de Bogotá. Fotografía. 2003

Bogotá es un laberinto, y la única forma de recorrerla y dominarla es con los cinco sentidos; Felipe Londoño atrapó los sonidos de la ciudad en una serie de calidoscopios en los que retumban el ruido de las retroexcavadoras y las campanas celestiales de los vendedores de helados. Fernando Quiroz escribió un fabuloso texto en el que destilaba los olores de Bogotá, y Carlos Salas, en un ejercicio tan poético como el texto, logró hacerlos visibles en una obra en la que flotan olores tan representativos como el de las semillas de eucalipto con las que juegan los niños. En el libro hay otras pistas para encontrarle nuevas salidas al laberinto bogotano: los objetos insignificantes que adornan sus calles, como tapas de gaseosa o picos de botella, los sabores del Pacífico colombiano o el asfalto en el que duermen los desplazados. En el libro están las pistas, son cinco artistas, cinco escritores y cinco fotógrafos. Los desgraciados que murieron a manos del Minotauro en el laberinto de Creta nunca tuvieron tantas pistas.


Fernando Gómez


EL VIANDANTE



El Videojuego El Viandante es un fragmento del proyecto “Desplazamiento y emplazamiento en ciudades colombianas. Fase uno: caso Bogotá. Acciones poéticas, estéticas, políticas” (Colectivo de un grupo de teóricos y artistas de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia). Fue realizado por: Mónica Sánchez Bernal -fotografía; concepción, diseño y montaje del juego-; Mauricio Bejarano y Andrés Ñañez -paisajes y efectos sonoros-; y Amparo Vega Arévalo -directora del proyecto-.


En la deriva del juego, una aventura gráfica, el Viandante de un barrio-laberinto participa en su ejercicio interactivo en la búsqueda y recuperación de varios elementos, algunos de las regiones de origen
de personas desplazadas, otros que hacen parte del lugar y de la cultura que se teje in situ en el intento de supervivencia y de adaptación a
un medio inhóspito. Las decisiones de los recorridos del actor lo llevan simbólicamente a detenerse y a decidir, para retornar a otro punto de origen o de llegada, o, después de haber visto “a vuelo de pájaro”, a retomar el vuelo para ver otras perspectivas.

HERNÀN SANSONE

De la serie La casa del Asterión. Madera y plata. Variables. 2008

Un laberinto métrico


Huyendo del "caos azaroso" construyo mi propio laberinto, para recorrer la quietud, la impaciencia y la soledad.

Cada uno de mis pasos tiene la precisión de las "monótonas paredes", cada bifurcación el olvido de la historia.

Ya no nos rige una medida antropomorfa, aunque siempre lo seguirá haciendo.

Ya no soy Asterión, aunque no puedo ser otra cosa.

Desde Caín, creador de las medidas, pasando por la primera falange del pulgar, el meridiano que atraviesa Barcelona y Dunquerque, la barra de platino iridiado que descansa en París, hasta llegar a la distancia recorrida por la luz en una trescientos millonésima fracción de segundo (un metro): la historia de las medidas ha estado plagada de estafas.

De qué me sirve saber la medida de mis pasos, de qué me sirve saber

la exactitud milimétrica de donde estoy, si sigo perdido.


Hernán Sansone

GONZALO FUENMAYOR



Psico-fantasías A,B,C,D. Mixta sobre mylar. 61x91 cm. 2007

Al laberinto se lo tragó la tierra; sus paredes, muros, entradas y salidas se desvanecieron dejando una sensación momentánea de ausencia. Zanjas delineando las sombras de estas paredes, son el único recordatorio de lo que antes era una estructura. La tentación y sus tentáculos aún se arrastran por esta topografía antes familiar, y ahora desconocida.
El placer adquirido de perderse, para luego reencontrarse, ahora se ejerce por voluntad propia, mas no por la seducción de sus muros.

Mis laberintos se vuelven visibles con la mirada, y con el gozo empedernido por perderse. La superficie traslucida de estos dibujos ofrece una atmósfera donde la mirada es la única que puede arañar alguna historia. No hay punto de entrada, ni de salida, solamente enjambres de líneas y sugerencias, que asoman a partes de una historia más compleja. Dirigibles, plátanos voladores, y musas engañan la mirada, ofreciendo falsas promesas que se desmoronan con solo imaginarlas. La vista –vanidosa– escoge como navegar sobre esta superficie, en donde el relato resalta y al mismo tiempo se camufla.


Gonzalo Fuenmayor

CATALINA PARRA

Pedal. Dibujo / Instalación. Pedal eléctrico, hilo. Variables. 2008

La línea cómplice de Ariadna y Teseo se dilata en la extensión de un camino. Ovillo: reducto de tiempo y espacio recorrido o por recorrer; linea curvada sobre si misma de masa en aumento: espacio ya recorrido, de masa en detrimento: espacio por recorrer.

En el trayecto, el ovillo puede mutar a linea extendida o incrementar su masa de vuelta mientras se recoge. Entre más me alejo, más se apresura, menos pesa, más se alarga, más se ahuyenta, más se aligera…; entre más me acerco, más pesa, menos se alarga, más se compacta...

Espero, no “fuí” a ninguna parte. El pedal esta hecho para ir a ninguna parte.Dibujo los caminos y de manera simultanea, acorto sus extensiones sin necesidad de recorrerlos. Concibo las líneas que me permiten, sin dar un solo paso, conectar el conjunto de espacio y tiempo irrepresentables


Catalina Parra

FELIPE LONDOÑO

Laberinto: Composición poética hecha con tal artificio, que los versos puedan leerse al derecho y al revés y de otras maneras sin que dejen de formar cadencia o sentido.*

La repetición sistemática de la imagen tomada de un espacio urbano frecuentado por muchos –en este caso la Biblioteca Pública El Tintal de Bogotá- se transforma en una composición de características comparables a las de un fractal natural, cuando el "self-similarity" de sus partes funciona en sus apreciaciones macro y micro.

Utilizando las fórmulas del "espejo mágico", que fue el cristal poético, a través del cual Escher miró al mundo, convertimos un espacio tradicionalmente sencillo a la complejidad laberíntica de una paradoja geométrica.


*Diccionario de la lengua española – Real Academia Española – Décimonovena edición


Felipe Londoño

FABIÀN ALZATE

La noche del tiempo. Fotografía. 40x40 cm. 2008

En la profundidad de la noche, la imagen de Mont Saint Michel es la de un gran volumen esculpido a golpe de luz. Todas las construcciones son proyectadas y rescatadas de la oscuridad por rayos ascendentes de diferente intensidad que van configurando los espacios, las líneas, los volúmenes, los colores, las texturas y los niveles. Desde la distancia se puede apreciar la proporción y magnitud de un proyecto que necesitó varios cientos de años para su materialización: sobre la pequeña cima se edificó una inmensa abadía cuya sola iglesia posee una superficie mayor que la de la cima. Para lograrlo, el conjunto integrado de todos los espacios de la abadía funciona como una gran plataforma que sirve de base a la iglesia. El resultado, es una estructura casi monolítica, fundamentada y cerrada sobre si misma que, a falta de área sobre la cual construir, recupera el espacio proyectándose y aligerándose hacia lo alto, hacia el cielo, hacia el infinito.

En el interior, el sistema de iluminación recuerda una gran escenografía del cine expresionista alemán en la que la alternancia de las fuertes luces y las sombras profundas hacen emerger por momentos las diferentes concepciones del espacio y el volumen según la época; la sensación de recorrer un período de la historia como quien se pierde en un laberinto es acentuada por la sucesión de espacios envueltos en la noche. Si muchos elementos esenciales para una valoración completa de la historia arquitectónica del lugar permanecen ocultos en las sombras, particularmente el coro gótico de la iglesia abacial, es porque se quiso, de alguna manera, recuperar algo de la función originaria del lugar como espacio ritual y simbólico y no sólo como monumento de arquitectura. Se trata de una teatralización a través de la luz, sí, pero ¿qué ritual puede prescindir de la teatralización y el escenario?.


Fabián Alzate

CAROLINA CONVERS

Bizarra. Esmalte sobre acetato. 125x89 cm. 2008

He tenido un sueño recurrente durante varios años; suelo soñar que estoy en la casa de mis padres y el piso es a cuadros (existe la casa y el piso si es a cuadros). En el sueño camino o juego distraída. Estoy sola. Luego de un rato al ver el piso, veo como se agrieta o se rompe apareciendo lava por debajo, asustada escapo o al menos eso intento hasta que me despierto.

La obra es un intento por recrear ese sueño, ya que planteo que un sueño recurrente es lo mas cercano a un corredor interminable en un laberinto.

Bizarro es por la referencia al sueño, y por no aventurarme a una interpretación contundente.

Decir algo acerca de los laberintos es complejo, desde el laberinto de Creta, laberintos borgianos hasta los laberintos urbanos, me atrevo a decir que el laberinto es la construcción más sensata y simbólica del ser humano para decirse a si mismo que está solo; y verse perdido en el mundo adquiere la sorprendente forma del entramado laberíntico.


Carolina Convers



ANGÈLICA ORTIZ

Pequeñas magias. El amor. Sueño, secreto, canto, memoria. Acrílico y óleo sobre MDF. 40x40 cm. 2008

No habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el fortín abarca todo el universo
Ni externo muro ni secreto centro.
Y no tiene ni anverso ni reverso
No esperes que el rigor de tu camino
Que tercamente se bifurca en otro,
Que tercamente se bifurca en otro,
Tendrá fin. Es de hierro tu destino
Como tu juez. No aguardes la embestida
Del toro que es un hombre
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
En el negro crepúsculo la fiera.

Adaptación de LABERINTOS, de Jorge Luis Borges

Angélica Ortíz

MAURICIO BEJARANO


Recipiente vacío. Instalación sonora. 2008

lunes, 15 de septiembre de 2008

RECIPIENTE VACÍO

…del aullido urbano a la oquedad del vacío y al silencio íntimo de la línea, se amputan los eventos corporales, la escucha prolongada, extendida, generadora de lo omitido, gestora de sonidos ensanchados y de oídos ensordecidos… se enmudecen los ruidarios con auscultaciones minúsculas… murmullos como aludes y susurros como cántaros de tempestad.

Recipiente vacío es una instalación sonora que potencia una escucha interior e íntima, resguardada en la oquedad de un recipiente, del paisaje sonoro urbano atrapado en él.
El aire resuena en el interior del recipiente vacío… y el sonido que se evapora y se dilata en la ciudad se concentra en el sordo interior del recipiente… entonces los silencios y los ruidos resuenan en una espiral laberíntica proveniente de recónditos rincones.
Una escucha confusa y sutil de voces, sollozos, gritos, murmullos y murmuros de las gentes; de estrépitos y estruendos del tráfico automotor, del vuelo de aviones y de aguaceros y tempestades; de la melodía de la lluvia y del canto de las aves…
Los sonidos son escuchados, mediados por la reverberación en el interior del recipiente… una materia sonora, de texturas y espacios, que es trasladada al interior de un espacio binaural.
Una escucha con una doble resonancia: la del ámbito arquitectónico dado por la concavidad del edificio sur de las torres del parque y del recipiente vacío allí instalado. Dispositivos que potencian una condición de transformación “natural” permanente que genera cambios tímbricos de los sonidos en tiempo real.
El paisaje se instala bajo el rigor de una escucha mediatizada. Mediación acústica y electroacústica… con transductores como el espacio, el edificio, el recipiente, el micrófono y los auriculares o parlantes. Se trata de una escucha escindida, acusmática y ciega.

Mauricio Bejarano