martes, 16 de septiembre de 2008

Un laberinto métrico


Huyendo del "caos azaroso" construyo mi propio laberinto, para recorrer la quietud, la impaciencia y la soledad.

Cada uno de mis pasos tiene la precisión de las "monótonas paredes", cada bifurcación el olvido de la historia.

Ya no nos rige una medida antropomorfa, aunque siempre lo seguirá haciendo.

Ya no soy Asterión, aunque no puedo ser otra cosa.

Desde Caín, creador de las medidas, pasando por la primera falange del pulgar, el meridiano que atraviesa Barcelona y Dunquerque, la barra de platino iridiado que descansa en París, hasta llegar a la distancia recorrida por la luz en una trescientos millonésima fracción de segundo (un metro): la historia de las medidas ha estado plagada de estafas.

De qué me sirve saber la medida de mis pasos, de qué me sirve saber

la exactitud milimétrica de donde estoy, si sigo perdido.


Hernán Sansone